Hija, como soy, de este sistema, tengo que admitir que en mi cabeza rondan todos los sueños del capitalismo de Adam Smith: me gustaría comprar una casa grande; tengo la suscripción a Vogue para soñar; por supuesto quiero el nuevo iPhone y claro que estaría encantada de pasar un fin de semana en el Ritz de París. La dinámica del bienestar capitalista es simple: usted da el dinero y a cambio se libera del pesar de tener lo mismo de siempre. “El encanto dura lo que dure el deseo. Y, cuando se desencante, tranquilo: le vendemos un sueño nuevo”. Impecable.

Sábado, 22 Octubre 2016 20:46

El drama sublime de querer odiar y no poder

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Lo único que causa más insomnio que una rabia bien enconada es querer odiar y no poder. Por eso el desafío es tan extraño y la vez tan divino: porque a veces sucede que aunque hayamos pasado todas las desventuras emocionales que se puedan vivir con alguien, sentimos que no tenemos absolutamente nada qué perdonarle.

 

Cuando algo (o alguien), por fascinante que sea, se mantiene en la categoría de “enloquecedor”, “delicioso” (o como prefiera llamarlo) pero usted impide que adquiera estatus de “indispensable”, una sonrisita de seguridad se dibujará automáticamente en su rostro. Ya que hay cosas frente a las cuales no vale la pena desgastarse tratando de entender su por qué sino que basta con entender cómo son, esta reflexión es crucial para su felicidad: por alguna causa, mientras algo le importe demasiado, no le va a pasar o no va a durar. La vida suele apartarnos de lo que creemos imprescindible. Por eso es que a veces nos ocurren cosas positivas y nos decimos “Ah: ¡si esto me hubiera pasado hace 10 años, cuando tanto lo soñaba!”. Eureka: si le hubiera pasado hace 10 años, cuando tanto lo soñaba, con seguridad se habría enganchado.

 

 Pareciera que nos hacemos grandes cuando se nos incuba en el alma una urgencia por “querer llegar”. A ningún lado en particular pero de todos modos nos urge. Nos levantamos sintiendo que ya vamos tarde. Es un afán que se justifica por el afán en sí mismo y que nos hace sentir tan culpables si no estamos haciendo algo productivo que cuando nos queda un rato libre –leí en algún lado-, ya no sabemos si de verdad tenemos tiempo libre o si es que se nos está olvidando algo que teníamos pendiente de hacer.

 

 

¿Cuándo fue la última vez que estuvo con usted mismo? Para estarlo no hace falta mudarse al campo, irse a un retiro espiritual ni hacer nada muy raro; basta con que se le mida a parar un momento y a enfocar su atención en lo bien que se siente inhalar y exhalar; no más. Por supuesto en cuanto haya tomado unas tres respiraciones conscientes, el cerebro le va a reclamar: “¡¿Y jugando a no pensar vamos a solucionar todo?!”. No va a ser fácil pero le estoy hablando de arriesgarse a frenar y mirarse al ombligo porque ser capaz de estar a solas es un prerrequisito –en el rango de “indispensable”- para su felicidad.

Viernes, 19 Abril 2024 11:59

Avance con gracia

 

 

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Usted no es tonto.
Usted tiene sus sentimientos y sintió mucho. Y pensó poco.

Usted no es inseguro.
Usted se comportó como una persona tímida.

Usted no es ingenuo.
Usted confió en la promesa que le hicieron porque Ud. cumple las promesas que usted hace.

Si está sintiendo rabia con usted por la actitud desempoderada que tuvo o por las cosas dolorosas que permitió que le hicieran, recuerde que usted no “es” tonto, inseguro o ingenuo, sino que usted a lo mejor “actuó” como una persona inexperta, insegura o ingenua. En otras palabras, entienda que usted no “es” algo, sino usted “hizo” algo, y eso es bien distinto. Por fortuna uno no es lo que hace; uno es más que eso. Por lo tanto téngase paciencia y avance con gracia. Avanzar con gracia en este caso significa dejar de repasar la escena incómoda en su cabeza y dejar de ensayar libretos sobre lo que va a decir a la próxima. Hacer eso no cambia nada y sí le hace perder tiempo valioso. Avanzar con gracia en este caso también significa darse cuenta de que (aceptar que) su futuro está en otro lado. Téngase paciencia, oríllese un rato, recobre la fuerza y avance con gracia.

Por:
Sylvia Ramírez
Speaker Internacional de Felicidad, Liderazgo y Marca Personal
En redes: @SylviaNetwork

 

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A veces perder algo es la única manera de entender algo.


A veces perder algo es la única manera de ganar algo.


A veces perder algo es la única manera de ganar fuerza, por ejemplo.
O de ganar perspectiva, por ejemplo.
O de ganar confianza en uno mismo, por ejemplo.


Entonces la próxima vez que la vida lo despoje de algo, no forcejee ni maldiga su suerte. Póngase triste, claro (hay que incluir a la tristeza en las cuentas porque a veces la vida le arrebata a uno tesoros tales como un ser querido), pero en medio de su tristeza, acuérdese de no pelear con su realidad. La razón es práctica y es sencilla: pelear con su realidad es quemar combustible en vano.


Por: Sylvia Ramírez
Conferenciante Internacional de Felicidad, Liderazgo y Marca Personal
En redes: @SylviaNetwork

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